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(Adicta tecnológica. Parte 1)

(Parte 2)

(Parte 3)

Día 4. Experimentos sociales por no morir de aburrimiento.

 

Estoy en el metro. Como no tengo nada que me distraiga, observo a los pasajeros. Uy, hay uno que no lleva auriculares, qué raro. Y entonces recuerdo una conversación que tuve hace mucho y pongo en práctica lo que recuerdo.

Miro a la nada y lanzo un suspiro. Silencio. Vuelvo a suspirar, esta vez más profundo. Silencio. Suspiro más fuerte y más largo. Un par alzan los ojos y me miran con curiosidad. Otra vez. Y zas, surte efecto. Mi compañero de enfrente, suspira también, aunque lo ha hecho inconscientemente. Es divertido.

Sé que estoy desconectada, pero empiezo a vivir mis viajes, mis esperas, mis colas de gente, mis cafés, mis tapeos y mis tardes de sofá.

Es interesante como mi yo de adicta tecnológica cada vez siente menos ansiedad y se vuelve más disfrutona. Clic para tuitear

Y no hago más que mirar a mi alrededor buscando miradas cómplices, pero todos tienen la vista fija en sus pantallas o dialogan con móviles inertes. Pero me niego a erigirme en moralidad suprema, porque si yo veo la realidad así ahora es porque se me ha roto el móvil. 

Es solo que me apena… Y no sé muy bien qué puedo hacer, o si debo hacer algo.

Día 5. El fin del confinamiento digital llama a mi puerta. 

 

Llega mi nuevo móvil. Y me echo encima cuál fiera. Instalo todo lo habido y por haber mientras le cierro la puerta en las narices al cartero. Se me ocurre pensar que, aunque vuelva a sumergirme en el mundo 2.0 -o la versión a la que hayamos avanzado en mi ausencia-, queda un resquicio de aire puro en mis pulmones al que no estoy dispuesta a renunciar.

Listo.

Móvil configurado y funcional.

Mis dedos se deslizan por su pantalla, veloces cual gacelas recuperando el tiempo perdido. Sin embargo, me siento extraña. No estoy del todo a gusto con la recuperada complicidad con mi querida y añorada tecnología. Puede que sea porque me he sentido bien sin ella.

Soy una adicta tecnológica que no sabe si quiere volver a recaer. Curioso, muy curioso… (Disculpe pero, ¿qué es curioso? Lo curioso Sr. Potter… Momento friki inevitable, perdón).

No voy a dejar de usarla, claro, mi trabajo depende de ella, pero no volverá a ser lo mismo.

Pero prometo que, de vez en cuando, mis narices saldrán de las pantallas y arrastrarán a mi cabeza, a mi cuerpo y a mi corazón al inexplorado mundo de la desvirtualización. Clic para tuitear

Así lo haré. Dix it. 😉