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¿Cuántas cosas nuevas habéis empezado en este confinamiento? ¿Cuántos «cuando tenga tiempo, lo haré» habéis emprendido?

Yo muy pocos.

Algunos días me limito a sobrevivir y otros sencillamente, vivo. No me he llenado de cosas, ni de expectativas, ni de «ahora que tengo tiempo»… Pero me paseo por las redes sociales y me entra el remordimiento. Me siento pequeña. Siento que no hago bastante. Me veo limitada, como si no hiciera suficiente para crecer durante el confinamiento.

Como si mi valor como persona dependiera de mi productividad.

Cuando no hago millones de cosas, llega el silencio, aunque sea obligado, como ahora en confinamiento, y me invade el miedo. A veces me aterra quedarme a solas conmigo misma, como si fuera mi peor enemiga.

Y es que cuando hay silencio, salen cosas a la luz.

Porque la realidad es que no nos han educado para escucharnos, para estar en silencio.

Nos han educado para todo lo contrario.

Nos han educado para producir, para hacer. Y sobre todo para compararnos, para «ser más» que el de al lado y presumir de ello en internet.

Pero, ¿por qué medirnos con lo que hacen los demás? ¿Por qué medirme con cómo emplea su tiempo el resto? No me da la gana de dejarme vencer por eso.

Silenciemos el ruido que con tanto empeño hemos creado a nuestro alrededor y escuchémonos. Aprovechemos el confinamiento para crecer. Clic para tuitear

Bajemos el nivel de estrés. No cumplamos expectativas. Aprovechemos este tiempo de confinamiento para parar o para hacer o para frenar o para emprender. Para lo que nos de la gana. Para todo un poco o solo para algunas cosas. Qué importa. Mientras sea lo que queremos hacer.

Aprovechemos para estar en silencio.

Aprovechemos para escucharnos.

Aprovechemos para conocernos.

Pero al tempo que cada uno necesite. Crezcamos. A veces con calma, a veces rápido. Sencillamente crezcamos por dentro.

De nada servirá este tiempo de confinamiento si salimos con las cuentas de Instagram repletas de actividades, recetas deliciosas y retos, pero terminamos con el corazón igual de vacío y torpe.

Fdo: María Ros