Muéstrame una dama que sea muy bella. ¿Qué hace su hermosura sino recordarme a la que supera su belleza? Su belleza grita: “No soy yo. Yo sólo soy una señal. ¡Mira! ¡Mira! ¿A quién te recuerdo?”, William Shakespeare.
Querido Tú,
Hemos llegado a la época del año que se caracteriza por la destrucción del poco amor propio que nos queda, el verano. Y por eso me gustaría pedirte algo.
Me gustaría pedirte que cuando mires a una chica este verano, la veas como es. Me gustaría pedirte que te quitaras la venda de publicidad que te cubre los ojos para que fueras capaz de mirarla bien. Clic para tuitearY es que tú no te das cuenta, pero las manchas de su piel ocultan el paso del tiempo por su cuerpo. Cada estría que asoma por la tira de su bañador es testigo del milagro de la vida que salió de ella. No dejes que la publicidad del culto al cuerpo te impida mirarla por lo que es, por favor.
Puede que esté fuera de los límites de los cánones de belleza preestablecidos. Por eso quiero que te preguntes muy firmemente cuáles son esos patrones por los que valoras la belleza de la chica a la que acabes amando. ¿La quieres con amor propio o la prefieres vulnerable ante los juicios de los demás?
Puede que la prefieras con cicatrices. Porque eres consciente de que eso indica que ella ha vivido su vida, que ha sido valiente y que ha superado las adversidades. Esas marcas blancas lo demuestran.
Puede que seas inteligente como para apreciar esos acolchados michelines que tiene en su barriga. Y te percates de que esa flacidez esconde, una vez más, el milagro de haber albergado una vida en su interior.
Es posible que también valores el color pálido de su piel. Porque entiendes que ella pasa por encima de la creencia popular de que, para ser guapa, hay que estar morena. Y que ha preferido quedarse dentro de casa para terminar esa novela que la tiene enganchada.
A lo mejor eres lo suficientemente avispado como para apreciar la maravillosa sonrisa que se le dibuja cuando deja de estar preocupada por lo que los demás piensan de su cuerpo y disfruta de la vida. Y es que se ha dado cuenta de que la miras bien, y todos sus complejos se han esfumado de un plumazo.
Ha empezado a quererse bien porque tú la has mirado bien. ¿Te das cuenta? Ha recuperado su amor propio gracias a una mirada limpia.
Por eso te pido que este verano mires bien a las mujeres, aunque no te vayas a casar con todas ellas. Una sola mirada basta para darse cuenta de que cada una de las imperfecciones físicas forman el mapa de nuestro paso por la vida, es parte de cada uno, es parte de la belleza que nos hace únicos.
Y es que todos nos merecemos que se nos quiera así, con una mirada limpia.
Fdo: María Ros